Sakura en Shymkent

Los hombres no dejaban de meter cajas de una empresa farmacéutica en el maletero del autobús y cuando se les acabó el espacio abajo, continuaron en la parte de atrás, pronto llegarían al sitio donde estaba sentado, así que un “amable” señor nos avisó de que debíamos cambiar nuestro asiento antes de ser sepultados por más cajas de la dichosa empresa.

Eran las siete y cuarto de tarde del jueves y el autobús en el que había decidido ir a Almaty ya llevaba retraso.

En España no se me ocurriría ir a pasar el fin de semana a París (a pesar de que la distancia es muy parecida); y menos, yendo en un medio de transporte que no sea el avión, pero estoy en Shymkent y la idea de pasar las siguientes doce horas en un autobús no me parecía tan descabellada.

Empiezo a pensar que la opción del autobús no es la mejor, pero el tren tarda aún dos o tres horas más... Con la llamada a la oración oyéndose a lo lejos (aunque no haya ningún amago de rezo), finalmete salimos a las ocho menos cuarto, y en menos de una hora el autobús hace dos paradas técnicas para comprobar el estado de los neumáticos, etc.

Me quejo de que el autobús no tenga televisor como los otros, pero por suerte tengo el MP3 y me pongo a escuchar un episodio de Milenio 3. A pesar de que el episodio habla de Drácula, la voz de Iker Jiménez tiene en mí un efecto relajante, casi anestésico. Sin embargo, de repente, un ruido ensordecedor me despierta de mi letargo y cuando abro mis ojos veo un brillo resplandeciente. Mientras trato de enfocar mi vista, como por arte de magia ha aparecido una pantalla en la parte delantera (luego me daré cuenta de que se trata de una moderna pantalla plana) y están mostrando un DVD con grandes éxitos de conciertos kazajos. Para hacerse a la idea, sería como una especie de Noche de Fiesta o como una de las galas de Murcia, ¡Qué bella eres!, con las mismas actuaciones en riguroso play-back, con cómicos casi siempre disfrazados de mujer, con una estética muy ochentera y por supuesto, todo en kazajo.

Miro a mi alrededor y todo el autobús (excepto un par de mujeres uzbecas y yo) son kazajos, que parecen disfrutar con el espectáculo, ante el volumen de los altavoces, la voz de Iker suena casi emperceptible, así que intento cambiar de música. A Bob Marley ni se le escucha, un disco de bossa-nova tampoco. Por suerte la música de The Kooks tapona el “ruido” kazajo...

El DVD de grandes éxitos se termina y deciden poner la película de Black Hawk Derrribado, pero en ruso, simplemente porque casi no se editan películas dobladas al kazajo, y sólo los canales de televisión doblan (de una forma pésima) al kazajo.

La película se ve interrumpida por la parada de descanso a eso de la medianoche. A pesar de la helada que está pegando (unos diez grados bajo cero) nos hacen bajarnos a todos los ocupantes.

Cuando continuamos el viaje, no deciden seguir con la película e intento dormir con poco éxito.

A las siete de la mañana empezamos a entrar a Almaty. Llegamos a la estacion de autobuses de Sairan. A la llegada a Almaty, no hay ningun cartel que ponga: Bienvenido a Almaty, o Bienvenido al primer mundo, pero deberian, para, de esta forma, avisar a la gente que viene de a la gran ciudad, donde todo es diferente.

Por lo demas, el fin de semana lo pase en casa de Alex y Luis, hablando en espanhol, volviendo a ver a un amigo coreano que no veia desde hace tres anhos y medio, visitando Shymbulak y Medeo por primera vez (y eso que era mi cuarta visita a Almaty),

bebiendo cerveza a precios cinco veces mas caros que Shymkent, visitando cafes, restaurantes y discotecas todos ellos con nombres en espanhol o casi: Ex-Libris, Esperanza, Rio. Sera casualidad?

En resumen, un fin de semana alucinante que espero que se repita...