Sakura en Shymkent

Imagina que estás en un parque de atraciones. Imagina que hay una montaña rusa, pero no sabes cómo es. No sabes si tiene grandes pendientes. No sabes si tiene loopings. No sabes si irá muy rápido. No sabes si es segura. Sin embargo, decides montarte.

Pues es la misma sensación que tengo muchos días cuando me levanto. La vida en Shymkent está llena de pequeños detalles que la hacen imprevisble.

Por ejemplo, el lunes por la noche cayó la primera nevada y el martes amaneció con una manta de unos 15 cm. de nieve. En sólo tres días las temperaturas habían bajado cerca de 15 grados, estabamos bajo cero y sin calefacción en el piso. El frío ha llegado a Shymkent.

Continuando con los ejemplos, todos los miércoles a las 6 de la tarde, Shain, mi compañero de piso, muestra una película en inglés en una pequeña sala de cine. Llegamos algo antes de las 6, y una de las señoras encargadas, nos dice que no hay proyector. Sin dar muchos detalles nos dice que se lo han llevado "a otro sitio" para mostrar "algo" y que está al llegar. Empieza a llegar la gente para ver la película, el proyector se retrasa. Pasa un cuarto de hora. Pasa media hora. Nos enteramos que "el otro sitio" donde está el proyector se encuentra a unos 10-15 minutos en coche, media hora en autobus, y que tenían previsto mostrar una película a las 4 de la tarde. Shain se intenta quejar en ruso ante a encargada y le sale: "Creo que lo que habeís hecho no es muy inteligente" y la encargada lo único que sabe responder es: "No es mi culpa". Por fin llega el proyector y con una hora de retraso vemos la película.

Más ejemplos, el jueves, con frío, nieve y hielo en las calles, me monto en el autobús para ir a la facultad. [Inciso explicatorio: Por lo que creo, y si estoy equivocado que alguien me corrija, en Kazajstán, los ayuntamientos fijan las rutas y los precios de los billetes de los autobuses urbanos, pero cualquier persona con un autobús puede comprar el derecho a tener una ruta.] El viaje transcurre normal, pero otro autobús nos adelanta. De repente, el conductor de nuestro autobús acelera y se pone a la altura del otro autobús. Me doy cuenta de que los dos autobuses tienen el mismo número, la misma ruta y están compitiendo por llegar antes a la próxima parada, que por cierto es la mía, y conseguir pasajeros. Llegamos a un semáforo. Los dos autobuses en línea, el conductor de nuestro autobús le grita al otro conductor algo en kazajo, discuten por un momento. El semáforo se pone en verde y me encuentro en una carrera de autobuses, miro al resto de los pasajeros para ver su reacción, pero no siguen la escena impasibles. Llegamos a la parada, hemos ganado la carrera, me bajo pensando "esto sólo puede pasar aquí".

Más ejemplos de Made in Shymkent/KZ, el viernes vinieron dos voluntarios de Peace Corps que viven en el norte de la región (a unos 300 km. de Shymkent) ya que ayer los americanos, y yo estaba invitado, celebraban una cena con motivo del Día de Acción Gracias. El hecho es que salimos a cenar y cuando volvimos (Shain, Michael, los dos voluntarios y yo) a eso de las 10, fui a encender la luz y se saltaron los fusibles. Anteriormente comenté cómo son nuestros fusibles. Pues después de hablar con la administradora tuvimos que esperar a solucionarlo a la mañana siguiente, pasando la noche del viernes a la luz de las velas mientras contábamos historias de la vida en Kazajstán. Bastante irónico.

Ayer sábado, me lo pasé muy bien en la cena. Cada uno de los asistentes llevaba algún plato y me encargué de hacer una sopa de lentejas de las naranjas que no tuvo tanto éxito como la sangría.